Tú eres mi taza de café
que en desvelo de la noche
no atormenta, ni consuela.
Pequeño sorbo de tiempo
que desvanece las heridas.
Tú eres el alimento de mi espíritu
y el alivio de mi alma.
No hay mañana que no te evoque,
no hay despertar sin tu aroma.
Tú eres mi tacita de café
desde el balcón de mi boca,
desde el umbral de mi besos,
esa pasión que se pierde
en tu afrodisíaco sabor.
Tú eres mi tacita de café.