Mi infancia con forasteros

En 1978 en España todo era incertidumbre. Una Constitución en pañales, un Congreso con nuevas atribuciones, la posibilidad de mostrarse sin máscaras(o al menos empezar a hacerlo). Como toda novedad, se vivía a partes iguales con recelo e ilusión; con miedo y valentía. Era un tiempo de cambio. Algo había que modificar, eso estaba claro. En ese año nací yo. Vine al mundo en un pequeño pueblo de la vega del Duero. Mi madre me parió en casa. Nunca se fio de los hospitales. Antes había alumbrado en la misma alcoba a otros dos hijos. Así que conmigo fue fácil: “fuiste como un pedo” me decía riendo cada vez que rememoraba mi nacimiento. Cuando era niño me enrabietaba. Ahora me río.
Mi infancia fue feliz: escuela, ayudar en la labranza a mi padre y trastear por el pueblo con los amigos. Nos pasábamos el día en la calle. Solo volvíamos a casa para comer. Incluso cuando el frío castellano arreciaba con fuerza, nos resistíamos a estar entre cuatro paredes. Lo mejor era el verano. Comenzaban a llegar los forasteros, así llamábamos a los que no habían nacido en el pueblo, con ellos llegaba la diversión y las novedades. Sobre todo con los que venían de la capital. Ellos hambrientos de libertad, nosotros de sus experiencias urbanas y sus Gameboy.

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Aunque nací un poco antes que tú, lo que cuentas tiene mucho de lo que yo viví. También nací, en un pueblo ( a orillas del río Tormes), y mi vida era la calle y las amigas. También nací en casa ( en los pueblos era muy frecuente).
Precioso relato muy real.

Un abrazo.

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Gracias por tus palabras. Yo nací en Madrid, pero veraneaba en un pueblo de Valladolid. Mis veranos eran calle, peña, amigas y piscina (cuando abrió).
Un abrazo

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:clap::clap::clap: . Saludos

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