Mi angustia se fundió en tu abrazo.
Y como queriendo gritar
lo que en el pecho quemaba,
dejé mi huella de agua salada en tus brazos.
No pude expresar
todo lo que por vos siento.
Ni contarte
todos los sueños que se tejen dentro
de este alma aprisionada,
hambrienta por darlo todo,
sedienta de recibirte a cambio.
Ya te has ido
y se siente como una despedida.
Mi corazón ha quedado estaqueado
en la mitad de este dormitorio de paredes blancas
que exhudan la humedad de tus besos.
¡Qué embustero es el tiempo!
Y ¡Qué egoísta la distancia!
Por arrebatarme todo…
Hasta las ganas.
