Me senté en una silla

Me senté en una silla
esperando tu vuelta,
pero el tiempo pasaba
y no vi tu silueta.

Me dejaste mirando
las lejanas estrellas
y pensando en tu cara
tan sutil y tan tierna.

Fueron duros momentos
de silencio y espera,
que evocaban tus pasos
al andar por la arena.

Aún recuerdo la tarde,
las resacas aquellas,
y las olas tranquilas
que llegaban muy cerca.

De testigo la playa,
una orilla serena,
y el murmullo y el canto
de la mar y mareas.

Porque aquella resaca
penetró en nuestras venas,
y latieron deprisa
nuestros pechos con fuerza.

Nos besamos despacio,
lo recuerdo con pena,
y aquel lindo momento,
hoy mi alma lo anhela.

“…Me senté en una silla
a esperar que volvieran,
las caricias sagradas
que me diste en tu entrega…”

Rafael Sánchez Ortega ©
07/05/24

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