Más que la rabia de no verte,
que es un frío dolor
que congela mi corazón,
me duele el pensamiento
que escribes en mi mente.
Palabras mudas en el silencio
que son como dagas de hielo
rasgando mi alma,
amordazando mi cuerpo
dolorido en el tiempo.
Una tal vez sí, un tal vez no,
un puede que, un no sé qué;
es incertidumbre que persigue mi sombra
en la oscura noche del recuerdo
donde el miedo se alza en armas
trepando por el pozo del vacío.
Me duele el pensamiento, me duele,
el saber que existes, el saber que existo,
sin saber ni tú ni yo
si aún existimos en el recuerdo
de uno y otro.
Estamos atrapados
en el océano de la nada
con el silencio de las palabras,
las tuyas, las mías, las de otros
que son prisioneras del rencor…
Ese estúpido ego de amargura.
Me duele, me duele el silencio
y su frío me consume
el no saber de tu existencia,
y las lágrimas de la rabia
emborronan las imágenes
del recuerdo.
Aquellas del primer abrazo de un padre,
aquellas en que un padre y un hijo
jugaban con la arena de la playa,
aquellas en que el gateo de un hijo
eran una verbena con confetis…
aquellas en los que el hijo
daba sus primeros pasos
torpes y perezosos
que se convirtieron
en firmes y seguros.
Los días han pasado
contando años
y seguirán viniendo
semanas y meses en el calendario
que más que el dolor de la ausencia
me duele este silencio nuestro.
Del Poemario El Miserere del Olvido
Pippo Bunorrotri.
