Hoy me confieso padre, haber mentido
y correr libre por el bosque abierto,
en busca del mejor y fértil huerto
acallando a la tripa su quejido.
Confieso habérmelas con Dios batido
entregado a mis vicios bien despierto,
sintiéndome a la vez en el desierto
sin esperanza alguna y deprimido.
No me arrepentiré de rezar claro
el Credo, si al correr un grave apuro
ese Dios al infierno me mandase
dando al traste mis sueños sin reparo,
pero apenas si veo más futuro
hoy que esperar sin más que el mal se pase.
Luis Pérez