María en su balcón

Cuando subí esta escalera,
y trepé a lo más alto,
en el ático con piscina,
mirábamos un cedro.

Pensabas en todo lo minúsculo
que era para ti el mundo,
en cómo todo se solucionaba
con un par de plegarias.

Recuerdo decirte lo contrario,
yo con ánimo caído, fastidiado,
porque todo lo tomabas tan fácil,
tu Asís y yo Schopenhauer.

Entonces increpé tu altivez,
cómo no se ve todo pequeño,
si creciste aquí arriba,
transeúntes desde un balcón.

Sin querer, caí por el barandal,
no te llevé conmigo,
mi naturaleza podría con esto,
mientras la tuya explotaría.

Crecí comiendo lo que me sirven,
sin un gusto marcado,
tú siempre tan sin hambre,
mientras yo lavando trastes.

Cuando me levanté del piso,
vi cuán grandes estos pequeños,
los mismos de tu balcón,
desde arriba no debes verme.

Hubiese preferido no caer,
pero te repito lo que haga falta,
no es una cuestión de gustos,
por lo menos para mí no lo es.

3 Me gusta

Bienvenido de nuevo, Daniel. Buen poema que refleja los quehaceres de la convivencia…
Saludos, compañero.

1 me gusta