Maresía abierta

Duermo siempre desnudo con la ventana abierta ―me gusta dormirme asfixiado con el tenue aroma de las murrayas ajazminadas que macetean el balcón como presagio de un dulce muerte nocturna―. En la mañana, la fría brisa marina me trae acurrucando entre sus brazos alados de escamas y conchas, el glauco olor de la maresía, cual si fuese el encaje de un tul, telarañando de niebla salobre que zarandea suavemente a las cosas, como su astringente tacto de flor de salitre… ¡Aaaaah!, ¡y todo se despierta!

Chane García.
@ChaneGarcia

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