¡No sé que tienen las olas
que brillan como diamantes
y arrullan a los amantes
que acunan su amor a solas!
¡Y ríen las caracolas
al rasgueo de una guitarra!
Al cante doña Cigarra,
flamenca y de talle fino:
¡desde la copa de un pino
su voz la tarde desgarra!
El sol, cansado de cielo
se inclina buscando el mar:
el agua quiere besar
para sofocar su anhelo.
La tarde se peina el pelo
y sobre el mar lo derrama:
quiere meterse en la cama
antes que llegue la noche
con su risa, su derroche
y su ardor de joven dama.
Y es este mar apacible
el que me acerca a tus ojos
cautivos tras los cerrojos
de un amor inaccesible,
de un amor tan imposible
como el planeta lejano
al que tendemos la mano
para sentir su presencia.
¡Ay, cómo duele tu ausencia
este tórrido verano!