Hubo un día cansino, de esos,
en que el tiempo abruma,
que los ojos se cerraron
y en el mar de los sueños
una furiosa tormenta
desato su hastió
con su negrura,
su voz emitió,
con su truenos
y el fulgor de su enojo
la rabia contenida.
Las olas se alzaron contra
la arcillosa arena de la playa
donde los corazones
que un alba enamoraron
esperaban el regreso
del recuerdo
de ese enamorado,
para reclamarle el amor
que le prestaron
en el crepúsculo del alba…
Mas… cerrados los ojos
se quedaron, en sus tinieblas,
sobre la arena blanca
de la playa que cubría
el eterno polvo del olvido.
Pippo Bunorrotri.