Me he desbordado en un grito
con el crepúsculo ardiente
y la muerte inestable.
Y aquí sigo,
en medio de los chacales y el humo,
fulgurando entre la escarcha de la vida.
Sonrío en el muelle,
esperando una barca
que me lleve a tus besos,
donde no hay principio ni final.
Llévame,
que el cielo espera radiante.
Volemos a la felicidad.
Hoy camino a las estrellas,
amando cada latido
de un caracol de mar.
Déjame tus ojos,
rubores de un grillo solitario;
quiero suspirar con tu voz.
Así lo he hecho siempre:
caminando de día,
escribiendo de noche,
alimentando a los gatos.
El mundo es nuevo, es libre,
tiene hambre de alegría.
Heroico voy en él,
entre aplausos y olvido.
Mi voz es el viento.
Siempre he sido el poeta
de tus ojos y de tus manos.
Voy a desbordar tus caricias
imaginando.
La mente es poderosa.
Maquinista amoroso,
solo de ti es el silencio.
Mute ©