Maldita pereza,
si al abrir los ojos
no alcanzara estrellas.
Con que abrace a una
fingiría por ella.
Apagaste todas,
me dejaste a ciegas.
Maldita pereza,
para abrir la boca
y exalar el aire
con palabras huecas.
Te adueñaste todas,
todas mis palabras
y sus tantas letras,
me borraste el alma,
me enterraste el alma,
lloro mi alma vieja.
Maldita pereza,
aunque esté hoy vencida
no acabó esta guerra.
(Dedicado a tantas y tantas mujeres que se sienten,
y están anuladas por el entorno que las rodean.)
Y a todas las mujeres en general.