Se dedicaba a crear
caminos en el aire.
Jugaba a enlazar cometas
como el principito.
Le gustaba volar libre.
Nunca fue un veleta
ni inquieto, ni dormido,
ni tampoco desafiante.
Se encontró en pleno vuelo
con el afiche de un ángel,
del más bruñido acero
y hoy con las alas deshechas
vaga vagabundo por el suelo.
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