Madrid a F. García Lorca

Dieciocho del treinta y seis.

Destelló Sevilla
y lloró sangre.
En el nombre del reclamo rabioso de pueblos de señores.

                            Lebensraun.

Requetéz mostraron los fusiles
y Pasionaria lloró desvelos insensatos
Hubo fuego y el rojo quedó en Barcelona.
La Meca era el cuartel, que no pudieron.
Lloró lánguido de miedo el alcázar madrileño,
era agosto cuando repicaba el verano su sosiego.
Barrancas de Vizmar fue testigo
del asesinato de las letras.
Suponían que eran pensamientos clandestinos.
Un requetéz por veinte
la nueva república,
jugaba su destino,
flotando en un río rojo con miles de almas ahogadas en el silencio
[de fusiles.
Arrasó el Cóndor.
Quedó Guernica humeante.
El árbol se desvaneció con el polvo
llevando consigo su santidad.
Las piedras de Vizcaya, Guipúscoa, y Alava
brotaron en cánticos,
y el agua roja corría sin remedio,
en una tierra yerma que sonrió con plomo en las entrañas

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Mucha historia y mucho dolor en esos versos, compañero. Y mucha rabia.
Saludos.

Sin dudas es así como dices, muchas historias de los pueblos se hicieron con sangre, que siempre puso el pueblo y la pérdida de un grande de la pluma. Un abrazo.