La maternidad llanera
En la vida está presente
Desde ese primer llanto
En tu vida, en tu mente.
Por la madre muy devota
Que protege y resguarda
Desde el alumbramiento
Como ángel de la guarda.
Ella vela los caminos
Serpenteantes de la vida
Vigilante del destino
De sus hijos, no se olvida.
Así crían en el campo
Y en los pueblitos llaneros
Con la madre, sus encantos
Y los hijos de primero.
El padre es referencia
Con él se habla, se respeta
Pero amas a tu madre
Por su paz, por sus respuestas.
Ellos te muestran la vida
Todo cuanto te rodea
Pero vital es tu madre
Pues contigo juguetea.
Con cada objeto que ves
Maticas, los animales
Te explica tan dadivosa
Valóralos, no los dañes.
Si al patio van a jugar
Te mostrará el contexto
De todos los que lo habitan
Mejor que libro de texto.
Si al árbol quieres trepar
Apreciaras a los nidos
De arrendajos, azulejos
En su nidal protegidos…
Y Ella te dirá: ¡Hijo!
Tal cual esos pajaritos
Son pichones en el nido
Y después le salen alas
Y de pronto ya se han ido.
Así mismo tú crecerás
En cuerpo, en pensamiento
Te harás adolescente
Hombre con discernimiento
Hasta llegar ese tiempo
Donde hijos propios, tendrás
Querrás darles enseñanzas
Y a mí, me recordarás.
Valorarás las lecciones
Las charlas, o los cuidados
Entonces tendrán sentido
Bueno será recordarlos.
Para seguirlos, cumplirlos
En la crianza de tus niños
Como buenos llanerazos
Educarlos con cariño.
Sublime, bella costumbre
Pasa de madres a hijos
De los hijos a los nietos
Para que sigan unidos.
Porque…
La Madre llanera y su hijo
Son un fraterno binomio
Una relación profunda
Rebosante, con encomio.
Cual llanura y el estero
El sol brillante, la luna
Horizonte, lejanía
Como garza en su laguna.
