Yo también silencié palabras que quise gritar alguna vez,
derramé lágrimas saladas sobre mis mejillas,
mutilé mis buenas intenciones y maté mis ilusiones.
Rasgué mis vestiduras en los momentos de cólera
renuncié a mis principios, yací perdida en mi mundo;
me entregué a la bohemia/
transporté mi alma a la locura/
hice del whisky el agua de vida/
y mientras todo daba vueltas a mi alrededor
serpenteaba el humo hacía la confusión.
Sin embargo…
Nunca fue tarde para entender
que en las noches más oscuras
la luna seguía alumbrando mis senderos.
La áurea Luna destella su luz mágica para iluminar tus oscuras noches de lágrimas y enojos.
Es la Luna que alumbra tus versos
para regalarnos este lindo y melancólico poema!
Abrazos cariñosos, Jessica!