Empezamos a escribir en cualquier parte,
cuando sentimos que la vida está
por encima de nosotros.
Podemos describir el delicado color de las flores
y nos seducen el violeta, el azul, o el amarillo.
Y en esa ensoñación idílica, queremos atrapar el mundo
y sentimos que se nos vienen encima las hojas de los árboles
que crecen enfrente de la casa.
Nos seducen las noches y sabemos que la luna está allí, tan cerca, tan bella,
tan humana, como si nos mirara y deseamos tocarla con las manos y bajarla.
Vemos un pájaro surcando el horizonte y lo enganchamos con los dedos,
para que haga parte de un poema y nos cante y se quede viviendo con nosotros.
Nos iniciamos en los versos, creyendo que el amor es una cobra
que se esconde en el corazón para asfixiarnos.
Nos volvemos poetas, para seguir siendo niños y buscar la belleza de las cosas;
protegemos el poema de los golpes, como si fuera de cristal y seda y lo abrazamos.
Escribimos y borramos, formando un cuaderno con los años.
Se sueña con los ojos abiertos, escribiendo en las madrugadas nostálgicas
y a veces, lloramos en voz baja para que no se enteren las estrellas.
Todos los días, inventamos un poema, como barco que va hacia su naufragio.
En cada verso, derribamos los caminos y nos ponemos a vivir en las fogatas.
El poeta se estrena entre sus versos, cuando logra trepar hasta la luna y reescribirla.
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Qué bello, qué autorretrato del poeta en su verso, de esa simbiosis entre ambos, placer de lectura!!!
Cuántas artes poéticas nos resumen. Todas tan distintas y a la vez la misma. Siempre me gusta recordar lo que decía Wichy Nogueras (uno de mis imprescindibles): la poesía empieza en todas partes, y termina siempre en los papeles. Abrazo
El poeta se estrena entre sus versos, cuando logra trepar hasta la luna y reescribirla. Precioso poema que describe al poeta en muchas formas, muy bueno saludos.
Reescribir la luna, casi lo consigues. Precioso guapa❤️