¿Cómo llegó a morir un Erizo
—completamente rígido y seco—
en un paso de peatones
de una carretera sin salida de Menorca?
En su estrés agónico
expulsó sus blanquecinas púas
resucitadas en el cactus
junto al chaparral y la jara.
La cabeza aplastada,
mostrando los dientes con orgullo,
vigila desde el asfalto.
Cinco dedos
con uñas largas detrás;
Cinco dedos
con uñas cortas delante
para excavar.
En Gaia,
a un lado de la mesa
el gran Halcón asesinado en Ciutadella
y el Cervato de Halloween
junto al Coatí
convertido en zurrón para útiles de magia.
En la otra punta,
la Corza que recibió un disparo
preside
con el vientre lleno de sangre.
Entrelazados
por la tela de araña tejida con la sustancia de sus entrañas:
micelio sin fronteras.
La verdad de ayer persiste
sin fronteras temporales ni terrenales.
Venero sus espíritus,
les pido que nos bendigan:
ojos nocturnos brillantes.
Oh, cómo duele! Me parece un magnífico poema. Se clava y duele. Y casi que una podría leer entre líneas a otros muertos junto a los caminos… un asomo de crítica le veo…
La imagen del título me recuerda mi infancia! cuando veía las cruces en honor a los muertos de la autopista, y el horror que me causaban, imaginando todos esos accidentes. Un abrazo por esas memorias que tenía en el buzón de spam.