Los fantasmas que me habitan

Me acurruco en la orilla de mi cama de dos plazas, mientras saboreo el sonido del silencio de la noche que llega arrastrando los pies, impregnando de sutil melancolía la espera. Esta espera que espera que llegues atropellando todo a su paso, arrasando con risas, llevándote llantos, escribiendo historias que nunca acabarán. Pero no ocurre. Eso no ocurre. Y debo inventarte. Debo traerte al presente, a este espacio que hice a un lado mío en la cama, con los retazos de recuerdos y desvelos que me regalaste aún sabiendo que existía el riesgo: el riesgo de atraparme. Y me atrapaste, haciéndome adicta a tu piel, a tu sonrisa y a todo tu ser. Me encuentro aquí, haciendo un esfuerzo por sentir los últimos vestigios de tu perfume en el aire, con la esperanza implantada de que al fin vengas a desnudarme la noche, a arrancarme este amargo sabor de los labios. Pero el silencio se hace perpetuo. Por más que quiera, no se oye tu voz llamándome, no se sienten tus manos acariciándome. Y así me duermo, vencida por la frustración de no poder recrearte a la perfección.-

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Yo he estado justo ahí donde te escribes, Gisela… me quedé demasiado tiempo, pero tampoco pude hacerlo distinto. Lo has escrito tan bello! Y ese final se siente espectacular desde aquí. Gracias por estas letras! :clap: :clap: :clap: :heart: