Los Cantos del Ayer

Cuando la lámpara
se enciende al
apagarse la tarde
ilumina de nuevo
al espanto cotidiano.

Es inútil manotear
nuestro reflejo en las aguas
del cristalino espejo
ya que siempre regresará
como una imagen
irónica del ayer,
recuerdo abrupto de
una existencia incierta.

A menudo los recuerdos
merodean por el alma con su
huella de dolor impresa,
las lágrimas se detienen
en la mitad de las mejillas
como duro reproche
ante el recuerdo que atraviesa
como saeta el corazón del pasado.

No abras más camino entre
los árboles ni enciendas de
nuevo la lámpara mojada,
cierra los oídos a los cantos
del ayer y al golpeteo del trotar
de los caballos sobre el sendero
de piedras y de espinas.

Había una vez, en un remoto lugar, un antiguo palacio rodeado de un vasto bosque encantado. En su interior, una imponente lámpara de cristal, custodiada con esmero, otorgaba su resplandor en las sombrías tardes, despejando por un instante el temor que se asomaba en la cotidianidad de aquel lugar.

Sin embargo, resultaba vano intentar enfrentar la terrible realidad que se reflejaba en las aguas del cristalino espejo. Un reflejo distorsionado, condenado a repetirse una y otra vez, burlándose de aquellos que osaban mirar en él. Era como un irónico recordatorio de lo que una vez fue, un abrupto recuerdo de una existencia que permanecía sumida en la incertidumbre.

Los recuerdos, con su latente carga de dolor, rondaban el alma como sombras impresas a fuego. Las lágrimas, en lugar de caer plácidamente, se detenían en mitad de las mejillas, como silenciosos reproches contra el incesante recuerdo que atravesaba el corazón como una saeta. Era una herida que, por más cicatrices que acumulara el tiempo, no cesaba de latir con fuerza.

En un intento desesperado por huir de estos tormentos, se alzaba la voz del protagonista de nuestra historia, llamándole a no abrir más camino entre los árboles sombríos del pasado. La lámpara, humedecida por penas y lágrimas, ya no debía encenderse de nuevo, pues solo traería dolor. Sus oídos, aconsejados por aquel que busca la paz, debían ser sellados ante los cantos melancólicos del ayer y el resonar del trotar de los caballos sobre un sendero repleto de piedras filosas y espinas traicioneras.

Así, la historia se teje como una red de imágenes y palabras sofisticadas, en las que los Cantos del Ayer, si bien persisten en su melodía lúgubre, encuentran un destino distinto. Un destino en el que la lámpara no se enciende, sino que permanece en la oscuridad, y los oídos se cierran a las palabras que solo avivan el dolor. En esa negación, quizás, radique la única esperanza de alcanzar una existencia donde la paz se imponga y el brillo de la lámpara sea meramente una anécdota lejana y borrosa.

En este escrito, se pueden identificar a varios personajes:

  1. El protagonista: Es aquel que está experimentando el tormento de revivir constantemente los recuerdos dolorosos del pasado a través del reflejo distorsionado en la lámpara de cristal. Busca desesperadamente escape y paz, tratando de evitar el dolor que estos recuerdos le provocan.
  2. La lámpara de cristal: Aunque es un objeto, se puede considerar como un personaje debido a su importancia en la historia. Es custodiada con esmero dentro del antiguo palacio y emite un resplandor que despeja momentáneamente el temor y la incertidumbre que rodea al protagonista. Sin embargo, también se convierte en un recordatorio irónico de lo que alguna vez fue y del dolor que está presente en el presente.
  3. Los cantos melancólicos del ayer: Aunque no se mencionan de manera explícita como personajes, se presentan como una influencia constante en la historia. Representan los recuerdos dolorosos y el tormento que atormenta al protagonista. Estos cantos melancólicos evocan emociones negativas y reproches contra el incesante recordar que causa dolor.

Además de los personajes, el escrito también habla del papel de cada uno de ellos. El protagonista lucha por encontrar la paz y la tranquilidad, tratando de evitar los recuerdos a través del cierre de los oídos y la negación de encender la lámpara de cristal. Por otro lado, la lámpara de cristal representa un elemento contradictorio, ya que brinda resplandor y alivio momentáneo, pero también refleja el sufrimiento y el dolor del pasado. Los cantos melancólicos del ayer ejercen una influencia persistente en la historia, recordando constantemente al protagonista su pasado doloroso. En general, los personajes y sus funciones contribuyen a la atmósfera sombría y melancólica del escrito, al tiempo que exploran temas como la superación del pasado y la búsqueda de la paz.

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