Como cuando amanece
la primera vez que tienes ojos,
la luz trasparente se une
a las pupilas que se acercan al sol.
Como cuando el orden
de las palabras no es la voluntad
de labios indefensos ante el amor,
llenos de tachaduras por los nervios.
Porque sabemos que no se puede
separar la edad del tiempo,
después de ver como los paisajes
son poco más que saludos sin hacer viajes.
Porque todo lo que somos se hereda,
y nos preguntamos:
¿Cómo las cosas pequeñas siempre
unen cada mitad de un silencio para oírlo?