Lo que tenemos que ver
nos deja a veces perplejos,
si quien nos tira los tejos
nada tiene que perder.
Igual nos quiera vender
el elixir de la vida
que borre cualquier herida
del más remoto pasado,
que jamás por silenciado
a propósito se olvida.
Que olvidar es buen remedio
a quien da mucho la lata,
porque igual no se percata
de su impertinente asedio.
Porque produce un gran tedio
aguantar a quien nos hiere
y muy sano es que se entere
del gran daño que nos hace,
por lo que nacer no nace
dar la respuesta que espere.
Y adultos somos marcados
por las huellas de la infancia,
que fue más que triste, rancia
de por vida a ella atados.
Después llenos de pecados
crecimos insatisfechos
dándonos golpes de pechos
a la hora de confesar,
que hartos hoy de medrar
ya nos cuesta andar derechos.