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Con este poema, apenas con mi desnudez
y mi suicidio
con las lentas aguas de las flores que veo en la noche
con el imperio de tus palabras
caídas en mí: un notevayas
un nomeolvides
una tenaz aureola de ceniza y vapor negro
y un césped de tréboles de lluvia caída.
caigo en la quietud extrema y amarga
y apaciento cosas
y miro antílopes de luz y anticoronas de tristeza
se han amarrado arañas pequeñísimas
a mi largo tren de reversa del mundo,
solo soy un ser de eterna sustancia en pétalos fluidos.
Silencio que mi cántaro se ha roto.
Materia y espacio. Me has vencido
me has dejado en torno a dientes de león tristes
sombra de mis viejos abuelos.
Hundimiento de rezagos maternales
en la vida dura de las raíces,
mis pies pesados de fatiga y cerámica;
es a ti a quién le pido mientras llueve,
y es donde siempre me arrodillo ante tu catedral dolorosa
y estoy con mis máscaras
de hortensias enlodadas de ángeles y martillos.
Soy yo ante las piedras silenciosas
la pérdida de materiales sonoros en mi cabeza
ante tu espada gris
mi corazón de inutilidad bajando la calzada,
soy yo
desesperado ante tu desagravio silbido
Soy yo emprendiendo una túnica funeraria
a través de un poema manchado
envuelto en ramas de sombra y frutillas marchitas.
envuelto en estrías de madera en la lluvia seca
De nuevo emprendiendo un paseo funerario
en tus venas de bailarín opaco.
sin alimento, sin semillas, sin estaciones
solo con mi termómetro pesado.
Veo moverse el asta de la bandera hasta el finito
las corrientes secas de tu mano
fueron algún día las que me besaron ininterrumpidas
escucho tus lágrimas
tus ojos de vendaval oceánico, de pistilos altísimos.
Mi silencio se extiende en la noche
y el frío son hojas verdes y blancas por dentro mío.
Yo, a veces, colocaba un poema y una sílaba
a tu movilidad perdida ante mi presencia de niño aburrido.