Ha llorado la flor de nuestro
jardín,
al verse sola y marchitada.
¿Recuerdas aquellas rosas?
Tienen lágrimas de rocío,
y le susurran al viento
aquello que pensabas al cuidarlas.
Se han acercado a las amapolas,
los besos que callamos en silencio,
¿acaso no saben que ya están
muertos?
Quisiera mi pasionaria roja,
engrandecerse ante tu cuerpo
y entregarse:
¿qué haría tu alma si mi espíritu
le pidiera arrancar
aquella flor
y amarla para siempre?
¡Si tú pudieras tan solo sentirla, tocarla
y adorarla bajo un cielo pulcro,
volverías a regar el jardín
del paraíso!
¡Maldito paraíso al que un día,
dejaste
de venir sin precedentes!
Si tan solo pudieras
andar descalzo por el prado,
y sentir mi brisa entre tus huesos,
dime: ¿quisieras besar de nuevo
el jazmín de la pasión?
¿Quisieras tú que mis ojos
y los tuyos,
se fundieran como un velo
y mi corazón y tu corazón
estallaran de
ardor?
¿Volverían a sentirse
nuestros cuerpos
abrasados
entre las hierbas malogradas?
¡Ay! ¡Qué dulce pena!
Ha vuelto a llorar la flor de nuestro
jardín,
al verse sola y marchitada.