Un torrente de incertidumbre vaga
reminiscente por mi pensamiento,
con barahúndas críticas
masacrando mi alma,
flotando como barco a la deriva;
en un calvario gélido
tirito por la ausencia que has dejado,
mientras ajenas lágrimas predican
que en tu lecho funesto
¡Yace tu carne inerte!
Y aunque se que estás libre de este plano
terrenal, dudo, incrédulo.
¿Dónde estás? Me pregunto
¿tu alma acaso los cielos enaltece?
O ¿al fuego cruel del tártaro abre culto?
Con tu cuerpo presente
y tu ánima vagando;
juro que estoy dispuesto,
renunciaré a mi vida, que hoy desprecio,
por hallarme a tu lado,
si no estás, vivo sin ningún sentido
renuncio a mi suplicio
¡Hoy moriré contigo!
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