Sale de adentro la contemplación
como amanecer de septiembre,
como noche carmesí,
sale mi voz
que a gritos reclama
su elegancia de universo.
Su cabello largo, negro,
evoca un contrabajo de locura,
una íntima canción para ser escuchada
en un instante sublime de complicidad,
en un vino sin épocas, sin tiempos,
sin ayeres, sin mañanas.
Delicadeza, que como luna,
roba letras a la noche,
las convierte en belleza de labios rojos,
en suave piel de nube,
seducción de ojos negros,
intimidante música
en sus más finos detalles de mujer.
Atrapa suspiros de locura,
que como aroma de vida,
persiguen un atisbo de su sonrisa desconocida…
No es solo inspiración,
es ensueño, cielo completo,
espejismo surrealista de mucho
más que poemas,
trazos de estrellas
en su rostro,
que en la hoja en blanco,
dibujan una partitura celestial.
Nunca antes la hermosura
se hizo poesía,
pero ahora,
lleva su nombre.