Plomizas nubes repentinas del entretiempo se anuncian con bombos y platillos.
El viento sopla con fuerza y deja oír los alaridos silenciosos de las ramas achicharradas, en el ardiente estío, entre golpes de puertas y ventanas en dirección del sotavento.
Y sin más, las cornisas comienzan la canción de las gotas.
La madreselva abrazada a la lluvia en una danza gozosa y los bananos decididos a volar se agitan como pájaros de tierra exhalando su fragancia de musas diosas.
Suspiro hondo, infla la cascada fina en un torbellino o bruma de llovizna, que revive a las hojas polvorientas, trayéndolas del borde del peligro.
Hojas lustrosas
En bruma de llovizna
Llegó el monzón
Me encantó tu haibun monzónico!
Versos de agitados vientos y bruma de llovizna!
Danza de lustrosas hojas verdes!
Llega tu poema como furia de monzón!
Abrazos cariñosos querida Lisbeth!