Llegará ese día
en que tú no vengas
y me quede solo
con la mesa puesta
Y veré, muy triste,
la ventana abierta,
con las nubes blancas
marchando de fiesta.
Sentiré que faltan
vacas y garcetas,
sobre el verde prado
de la vieja aldea.
Y entonces, sin duda,
una rima vieja,
vendrá hasta el cuaderno
con lágrima vieja.
Trazarán renglones,
temblorosas letras,
mis dedos nerviosos
con la tinta aquella.
Y tendré mi mano,
en silencio, quieta,
buscando el latido,
de la tuya muerta.
Y en aquellos labios
que besar quisiera,
forjaré mil sueños
con dolor y pena.
Llorarán mis ojos
y pupilas ciegas,
buscarán los tuyos
que cerrados quedan.
Y al final, susurran,
los cipreses fuera,
dejando en el aire
su leal protesta.
“…Llegará ese día
en que tú no vuelvas,
aunque yo te llame
desde algún poema…”
Rafael Sánchez Ortega ©
02/12/24