Lima mía (490 años después)

(permítanme este reclamo a mi ciudad, 490 años después de haber sido puesta en el mapa como villa inserta en la dominación occidental)

Lima, la de los pies de arena, la del techo de plomo, la que vendió su alma al diablo y sus sueños al mejor postor.
La que vive de espaldas al mar y tan lejos de las montañas, pero tan cerca de la perdición.
Lima, la que no puede verse en un espejo, y por eso muestra su diversidad en un plato de comida y en una procesión.
La que no se parece a ninguna, por querer parecerse a todas, y vive aún como una gran casa hacienda, rodeada de su villa y sus resecos jardines, donde los siervos se disputan el favor del señor.
Lima, la que odio con cariño, y quiero con un amor antiguo, ese fervor que me lleva a pasear por sus veredas rajadas y sus decadentes moradas, bajo la bruma del invierno, tratando de recobrar pasadas querencias, que me vienen de una edad tan tibia como la primavera de noviembre.
Lima, la que nació del despojo al que antes despojó, entregándola a la protección de tres reyes (aunque hay quien dice, abundando en imaginación, que fueron 12), la que se hizo dependiente de un señor, la que se desvivía por adorar al Dios europeo, la que creyó liberarse de la dominación, la que se entregó a Londres, la que se fue de paseo a París, la que buscaba el cielo los domingos, la que se prostituyó a los gringos, y luego de su prolongado affaire, se hundió en su sillón, para mirarse el ombligo, lejos, lejos de la realidad, y no vio venir el aluvión que removió sus cimientos, cuando la rodearon los andes… cuando una bombarda la despertó.
No una sino muchas Limas. La que se despierta en los extramuros antes que amanezca la ciudad, la que baja de las alturas susurrando huaynos, la que se trenza en circuitos de hambre, la que se empeña en su obra cotidiana, la que baja de los cerros silbando cumbias, la forja sus sueños de inclusión, la que duerme en el cielo dorado bajo la luz artificial, la de los herederos empobrecidos y los pobres acomodados, la que mastica inglés y balbucea en puertorriqueño, la que se nutre de lo foráneo y se desnutre cuando renuncia a lo nuestro, la que sufre la cotidiana violencia del acero y de la palabra, la que se regodea en la discriminación, la que se empeña en justificar la explotación y se sirve de la corrupción, la que se levanta en las islas de bienestar, la que no vive en Lima y susurra con un lamento su retorno, la que está salpicada de híbridos y desintegrados. En la que ya no se ocultan los enemigos de la ciudad, porque ahora nos gobiernan.
Lima, te invoco y te alcanzo con mi voz mestiza, esperando que me oigas, sin remilgos ni cucufaterías.
Ya es hora de remover tus cimientos y echar abajo tus torres, para empezar a sentir realmente nuestra a esta ciudad, y para compartirla con orgullo con todos los demás.

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No tengo más que aplaudirte por esta excelente mirada a tu ciudad!!:clap::clap:
Has hecho un hermoso mosaico de impresiones poéticas, con sus pros y sus contras, desde el amor que le tienes y te duele…
Un abrazo para ti y para esa ciudad tuya! :hugs:

( PD: Yo le pondría la categoría de “prosa poética” en vez de “verso libre”).

Bello recorrido por Lima :clap::clap::clap: