Me pesan los diciembres
en el cuerpo y en el campo
y llueve, llueve y llueve.
Ya se me fueron perdiendo
en los tumbos del camino
los cariños y los sueños.
Amanecieron muy mustias
las dalias y las hortensias.
La estación parece cruda.
Voy mirando a mi alrededor
y se hace nudos mi corazón,
viendo esa flor tan pura
con tanto coraje y valor
dando lecciones a mi excusa.
Entre los hielos
brillante está la flor
sin ningún miedo.
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