Las veo en el espejo
-a todas ellas-
murmuran en mi reflejo
y de repente, el silencio,
¿calladas o silenciadas?
Hoy sangra la herida
duele el espacio del vientre
asciende la ira contenida;
desde el cuello del útero:
agravios, juicios, deseo.
Mi otro cuello,
el de la garganta
guarda las palabras que creo
sabe lo que mi boca calla,
encierra las voces de las hadas.
Y en el pecho encarcelado,
se va abriendo hueco el mago
y convierte en caricias que sanan
los golpes de silencio forzado
las heridas de las brujas condenadas.