(Al Federico García Lorca,
del poema: Manantial)
Tú, Megisto nigromante
con el corazón en llamas,
con la poesía en el ojo,
comprendiste el criptograma
del mensaje de tu chopo.
Lo van lamiendo las fuentes,
y va cantando con ellas
misterios de sus antojos.
Música viva de huellas
que le sube por su torso.
Para oírlas no hacen falta
los chorros de las cometas
de la raíz a las ramas,
ni luceros en la niebla
iluminando su tronco.
Ya no tendrás que morir
ni romper jamás sus varas.
En un repicar de auroras
das oídos para el agua
a toda mujer y mozo.
Cantares vivos rientes,
sonidos con los que hablan,
los manantiales y fuentes,
como un batir de sus alas
que nos llenarán de gozo.
Como cometas en corros
y torrentes de luceros
brotarás en cada átomo
de las alturas al suelo,
del manantial con su chorro.
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