Ya vuelven los dioses
que salvan el mundo,
ya vuelven las bombas
que siembran la paz,
las balas que curan
el odio y el miedo,
las manos cerradas
que traen la injusticia.
De nuevo discursos,
banderas y patrias,
de nuevo palabras
de nula esperanza,
preludio de estrellas
llenando uniformes,
de manos lejanas
portando miseria.
Ya viene la noche
preñada de fuego,
ya viene la muerte
con botas y casco
cargando razones
pesadas al hombro
y un rojo en las manos
que anuncia tragedias.
Ya llegan los hombres
de acento sombrío,
ya llegan con sed
de tristes victorias
y tienen su pulso
ya gélido y firme,
las manos hambrientas
de horrores sin nombre.
Crudo y real retrato en rus versos de una realidad palmaria, con el ser humano como verdugo y víctima de la barbarie del ayer, del hoy y del mañana, poeta!!! Saludos!!!
Un presagio, un adagio, un inhumano contagio de infradimensiones!
Qué versos expresivos, que reflejan la ironía de la historia de siempre y de nunca jamás!!
Un gusto leerte, David, abrazo, compañero!!
Firme y verdadero discurso. Buenísimo poema. Valiente y sí, la poesía es la espada más aguda y fuerte, ante todo lo que el ser humano teme y desprecia, ante todas las lágrimas, como el paño que seca hasta la escenario más profundo del alma.
La condición humana, duele solo pensar en el sufrimiento de esas pobres gentes…es bueno que lo saquemos a flote y tan magistralmente como tu lo haces, duele leer este poema. Aplausos.
Es lamentable comprobar cómo el hombre se deja mecer por el efecto pendular que propician ciertos vientos, sin reparar en su propia memoria aún herida a causa de un pasado no tan lejano. Muchas gracias, Carlos. A tus pies.