La luna que sale
por Granada
es sombría,
cómplice,
y gitana.
En Orihuela
alumbra a los pastores
que comen con hambre
cebollas de escarcha.
Y en Colliure,
esa luna que se muere,
con sus últimas luces,
entierra
las últimas tristezas en verso
de aquel,
caminante sin camino,
de aquel,
maestro de todos.