El otoño ya ha cubierto las calles de la ciudad
con su decrépita alfombra
un tapiz de color ocre que recoge lo que ya no sirve
hojas que un día fueron verdes, resistentes
y brillaban tanto con el sol como con la lluvia
y eran bonitas
como los sueños
como el futuro
cuando es previo al presente
pero ahora son frágiles, se parten
ya no relucen.
Hoy molestan, ensucian
se pisan, se patean, se escupen
y acumulan mierda
y con el tiempo se vuelven polvo, polvo molesto
que mancha los zapatos y la ropa
polvo del que hay que desprenderse
para seguir caminando, para seguir adelante
irremediablemente.