Aún sigo perdido entre olas
que alberga mi mente, difíciles de llevar,
volviendo a caer una y otra vez
de nuevo hacia lo profundo del mar.
Corro tan rápido como puedo
cuando llego al puerto,
pero el sentimiento sigue ahí,
abriendo de nuevo las heridas.
El viento me impulsa a continuar
mi travesía, luchando contra muros,
piedras cubiertas de lodo,
soldados disfrazados de monstruos,
serpientes que se ciñen a mi piel.
Sé que si vuelvo a caer,
las estrellas seguirán allí,
para guiarme por un rumbo lejano
y oscuro, tan lleno de misterio.
Mantengo la promesa a flor de piel,
cumpliéndola hasta el final,
mi creación, el regalo de Dios,
que siempre será mi verdad.