Atrás quedan los sueños
de una piel estirada
en el terso de los días,
ahora en el ocaso
del sino de la existencia
miras sus pliegues
contando sus penas
en la piel agrietada
por las curvas de una vida,
en esa cara arrugada
enmarcada por el tiempo
de las nostalgias
de sus recuerdos
perdidos en la memoria.
Esas manos parpadeantes
bordeando la cuentas
de un gastado rosario
que recuenta evocaciones
de una mirada extinguida
en la evocación de un sueño
donde descalzo persigues
el tiempo perdido
de una agonía
que empezó en un anhelo
y terminó en el intervalo
de la existencia
de las lágrimas
de lo que fue un sueño
que tranquilamente duerme
en la oscura celda del olvido.
La nostalgia y añoranza en su mayor expresión como resultado de los años servidos, que se conjuga muy bien con esta interpretación de Stjepan Hauser, que resalta el sentido y sentir de tu poema, me encanta como este hombre toca el violonchelo.
Es un gusto saludarte Miguel Angel.