La tiranía no conoce amigos

La tiranía no conoce amigos
y menos en el campo de batalla,
donde los proyectiles enemigos
fácilmente se pasen de la raya.

Será que quien se lucra bien se calla
prestando oídos sordos al colega,
que sin dejar de ser un gran canalla
con su socio comparte la talega.

Y es que conscientes ambos en la brega,
las arcas públicas tal vez explotan
de forma estrepitosa y fácil ciega,
que sin pudor en el poder se rotan.

Que la gallina de los huevos de oro
en sus tripas explote sin decoro.

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