Agarró delicadamente la oreja de la taza de la que tomaba para darle un cuidadoso sorbo. Aquel olor y esencia que destilaba y acariciaba sus fosas nasales era su antídoto, su medicina, su cura.
-¿Porqué eres tan callado?- preguntó con notable curiosidad en su voz aquel hombre que decía llamarse su amigo
El levantó su cabeza y lo miró con neutra expresión en su rostro
-Pues, no creo que tenga mucho que decir…- sonrió- desahogarse es un riesgo y las palabras un arma de doble filo de cualquiera que cree ser juez de las circunstancias - volvió a tomar un sorbo- una buena taza de café no juzga ¿sabes?