Ocre espera
la tabaiba salvaje
con cicatrices
de hojas caídas,
perdido su verde claro
en recinto
de mustia falda.
Sedienta, cautiva
su raíz aguarda
para sorber:
la llovizna fresca
de la frugal primavera,
la humedad rasante
de la niebla blanca;
bruma rastrera, silenciosa,
sutil y austera.
Y amanece octubre
en otoño de borrasquilla;
ha lavado su tronco gris
y el marrón de sus tallos
que acunan
las verdes perlitas
de a cinco nectarios,
como ramilletes
verde-amarillos
que en cestos de piedras
adornan los riscos.
Hola, @Pequenho_Ze , @mariaprieto & @chushernandez , muchas gracias por sus estimulantes comentarios. La tabaiba, es una compañera cotidiana en mis caminatas cerca de mi casa y me llama la atención el milagro que se opera en ella después de largas sequías, (en esta zona llueve muy poco o nada en el año), con la rapidez que pasa del ocre al verde claro.
Casualmente en estos días volvía de nuevo a escribir del tema asociándolo a la falta de agua en las atarjeas y tanquillas de esta zona.
Tabaiba salvaje ¡grande es tu dolor!
Se derriten al sol tus hojitas ocre.
Estanque del risco, fluye tu clamor
por las atarjeas de caudal ausente.