No es mi cárcel de amores
lo que mata mi cándido sosiego,
si por lucir su prepotencia el ego
en soledad se fuera a dormir sin honores.
Y como soportar no soporto favores
a perseguir sus pasos yo me niego,
al rechazar cualquier sutil apego
que aumente mis errores.
Ante el peligro en seco yo me paro
bien dispuesto a buscar una honrosa salida
donde más no se implique mi conciencia,
porque la soledad persigo sin reparo
y en el asunto ya me va la vida
siempre que nunca pierda, ni en bromas la paciencia.