Suerte del segador que en la cosecha
de un campo de pocas mieses
halla dos brotes como nacidos del mito
para divinal ofrenda.
La hoz a medio camino del cuello
frágil de la espiga, la mano
trémula del descubrimiento—
la mano del golpe aprendido,
de la comida, la mano de la labor—
ahora es la mano que cuida.
Sabe el segador cuánto vale
el hallazgo. Sabe de las promesas
que duran lo que la siega.
Pero la visión de las espigas
ya le anudó el pecho y nunca
podrá mirar igual un campo de mieses.
En la larga noche del segador
quedará la verde danza de las jóvenes
espigas. Soñará que es a él a quien sonríen,
en él en quien confían.
La siega, entonces, no será la misma.
Hermosos versos, poeta. Toda una Oda a la Suerte del segador; excelente!!!
“La hoz a medio camino del cuello
frágil de la espiga, la mano
trémula del descubrimiento—
la mano del golpe aprendido,
de la comida, la mano de la labor—
ahora es la mano que cuida.”