Sos la séptima maravilla
me digo siempre al despertar
cuando todos los ratones
corren a desayunar
y los pájaros besan nerviosos
los comederos como beso tu boca,
sediento de la miel en estampida
que brota de tus labios.
Ninguna de las otras maravillas
se asemeja a tu cuerpo de guitarra
ninguna posee la música que transpiras
cuando hacemos el amor.
Sos la séptima y también la única
las demás son colosales
pero ninguna me enamora
como lo hace el resplandor
con que iluminas el corazón
y lo extraes de las tinieblas
para depositarlo en ese altar
donde me quedo
ajeno a las tormentas.