La sed

Labios de mi Señor, brocal de amores,
sangrante manantial del agua viva,
rada de compasión y mar de acíbar,
lago de sal, bocana de dolores.
Labios que rociasteis mis sudores,
música de mi nombre allá en la riba
y en mis ojos colirio de saliva,
beso en los sucios pies de pecadores.
Labios de Cristo, silbo a los perdidos
y bendición rosácea de los cielos,
os oigo rotos gemir: ─”¡Tengo sed!”.
Y por los aires, de esta voz prendido,
resuena el eco de un amor en celo,
que de mí pide: ─ ”¡Dame de beber!”.

Referencia al Evangelio:
“Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: ─«Tengo sed»”. (Jn. 19, 28).
*****
“Llegó Jesús a una ciudad de Samaría llamada Sicar (…). Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era hacia la hora sexta. Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice: ─«Dame de beber»”. (Jn. 4, 5-7)

La sed 2
Detalle del Santísimo Cristo de la Sed. Luis Álvarez Duarte. Sevilla 1970

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Tan poco… y tanto.

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Muchas gracias por tu visita y tu aprecio, amigo.

Tu interpretación de este pasaje del Evangelio en este magnífico soneto es impresionante…:clap::clap::clap:

Abrazo, Joan.

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Muchas gracias, María. Nunca falta tu valiosísimo apoyo.

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Grandioso…

Y lo valiente es no mirar para otro lado. Tus versos lo son.

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Muchísimas gracias por tu aprecio, Galilea. Me alegra que estos versos te hayan gustado.

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