Sangre.
Brillo.
Es tiempo de llenar los bolsillos
de estrellas
y ocultar la faz
bajo nuevas banderas.
El pan de la derrota
se petrifica sobre la mesa
donde Dios regurgito
la piel de mis nuevos fracasos.
El silencio se aglutina
en exequias rutilantes
sobre las manos blanqueadas
por dolores gozosos.
Pero el camino es epítome temerario
de huesos sin lapso.
Sangre.
Brillo.
El sol es braza domesticada
durmiendo
tras ojos-espejos.
Mi sombra salta
de muro en muro,
huyendo de la suspicacia del gato
y el crujir de la luna.
¡Oh, que música tan severa
por el lánguido camino!
¡Que duro el terco destierro
de la carne enmudecida
y la cruz estridente!
Sangre.
Brillo.
Arde la noche en mis venas,
soy hoguera de discordias
y patíbulo de congojas.
Soy Dios impostado,
incestando con Eva
-serpiente solapada-
en un Edén emponzoñado.