La sal de la tierra

Sí, de un lado crece la hierba
en la comarca de los justos;
y, de otro lado, en el rincón
del llanto, se asesina al musgo.

De la necrosis de fantasmas,
esclavos de un silencio duro,
se alzan catedrales de cieno,
espejos vacíos y oscuros.

Sí, somos la sal de la tierra,
parias en el Edén inmundo,
donde sólo crece la histeria,
la angustia y sus negros arbustos.

Somos herederos, felices,
de un reino erigido en caducos
preceptos, en turbias rapiñas,
en los sermones sin futuro.

Vendieron el sol hace tiempo
y edificaron, con el luto
de las promesas incumplidas,
un reino de cartón y de humo.

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Uff esa sal de la tierra que escuece y duele en tus versos que supuran certezas crudas, poeta!!!:clap::clap::clap:

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Muchas gracias. Es bastante doloroso lo que ocurre y el sistema que parece que tiende a perpetuar este estado de cosas. Un saludo.

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No se queda corta su pluma, admirado poeta, retratando como el verano se carga la primavera y amenaza al otoño sin visos de cambio, en un clima ya por demás hostil. Le saludo :hugs: :clap: :clap: y le aplaudo

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Muchas gracias por el avispado comentario. Un saludo.

Yo creo que siempre será así, sin esperanza de que cambie el sistema y ahora más todavía en esta campaña…
Magnífico tu poema describiendo esta realidad. Como dice Mina, escuece la sal de la tierra.

Saludos, José Antonio.