Perdido me hallaba
en el océano de la vida
que como viejo marinero
una noche de estrellas doradas
acudí a la rosa de los vientos,
esa que solo mira
al firmamento estrellado,
que besa a la luna
y al mar, pues de ellas
su amante es.
Sobre su flor de lis
me postré mirando
la bóveda celeste
para encontrar
lo que en la vida
creía haber perdido.
Allí postrado recorrí
sus cuatro puntos cardinales,
los cuatro rumbos laterales,
ocho rumbos colaterales, y
los dieciséis rumbos colaterales,
y en mi singladura
jamás desaliento hallé
por encontrar el alma perdida.
A lomos de bravías galernas
cabalgué, noche y día,
de nombres grecolatinos,
Tramontana, Bóreas, Latinos,
Levante, Vulturno, Euronoto,
Austro, Libio, Afico,
Poniente, Coro y Cierzo,
que nombres de viento son.
En mi largo navegar
vi cómo el sol sale por oriente
y cómo por occidente se pone,
descubrí islas y parajes hermosos
y también luminosos cielos,
pero en ninguno de ellos
encontré lo que buscaba.
Cuando de regreso estaba
ya sobre la flor de lis,
me di cuenta, de que
lo que buscaba
perdido estaba
pues solo entre mis sueños
se hallaba,
ya que lo que buscaba
era el alma de un sueño.
Del Poemario El Miserere del Olvido
Pippo Bunorrotri.