Historiador,
nárrame historias…
Todavía el olivo se retuerce,
-presumiendo así de edad -
y el yerbajal pide clemencia
en su cuna entre el asfalto.
Y yo sé, así en el sencillo,
que la vida nunca muere
y rueda tan dulce y discreta
como lo hace mala yerba
(que siempre fue realmente buena)
aunque no conozca mar.
Nada para y todo sigue…
y después de cualquier Guerra,
que embiste y sacude el hueso,
el Alma nodriza viste
de primavera el cerezo
y vuelve la fe a sembrar.
En sus patios los geranios
y en el mío el mundo entero
que camino, siendo yo, primero
tu deseo de engendrar.
De tus raíces, mis copas
y con los nuestros, bosque entero
para que en sombra me resguarde
cuando el calor nos pueda más.
Te fuiste,
pero la retama sigue en flor…
(A mi abuela María, la Jitanilla con J, la perra andaluza sin domesticar).