La razón de todo mal radica en su posibilidad

Empiezo a escribir sin nada en mente,
como un pintor pintando solo porque tiene un lienzo en frente,
sin alguna inspiración o motivación que incite su arte,
más que otro color en el lienzo, o bien, otro renglón: punto y aparte.

Tampoco noto una necesidad de figurar en una idea,
como si solo quisiera escribir por un: “por que sí”,
como si navegara por estas densas mareas
solo porque por casualidad terminé así.

Aún no escucho el atentado que generalmente conmina la razón,
que me obliga a seguir una ruta oscura donde mi escritura redacta otra decepción;
espero pues que esta redacción no sufra de ennegrecidos vacíos en su siguiente oración,
una esperanza descrita como temor,
temo manchar mis manos como generalmente lo hago,
escribiendo líneas dignas de un sufridor
que el mundo lo desechó de si y la maldad lo tragó,
luego en un mar desértico se bautizó
al nihilismo más incoloro se consagró,
sus escritos profanos y inmundos son textos sagrados que profetizó,
textos donde no se busca un bien mayor o menor; sino, la redención.

Comprendo demasiado bien mi situación
que conozco la ruta directa hacia la salvación,
misma que he predicado en cada ocasión
donde la escritura tuvo participación.
La razón de todo mal radica en su posibilidad,
una línea expuesta en cada obra así que ninguna novedad,
más la ignorancia que te obliga a fijarte en ella con total serenidad
es la que le resta a tu juicio seguridad.

Pretendes conformarte con solo un reojo al exterior,
cuando mi escritura no goza de ropa interior,
te magníficas de ella como si de una primera cita se tratara,
sabiendo que de primera nada tiene,
tu ignorancia y conformismo te contiene
a dar ese paso íntimo en su interpretación,
te recuerdo que mi escritura es basta de perversión,
exhibicionista mi rol y género de escritor;
pues expreso sin tapujos lo que censura la piel.
explícito y ilícito es mi contenido catequizador;
aunque hay quienes ven a este prostíbulo como un cuartel
y erróneamente temen adentrarse en él;
a pesar de ello, sus temores no son del todo banales
porque ambos comparten análogos finales,
el desenlace que bajo la visión del cuartel consideró a mis escritos dictatoriales,
bajo una tiranía de poder donde los grandes versos son ilegales;
se dice que gracias a este fuerte panel de léxico y fluidez dentro de los generales
es que existe este abuso de poder que suprime las oportunidades de refutarles,
así que hay quienes no les queda de otra más que someterse y aceptarles,
otros temen corromperse por estos o negar lo que dicen y acabar muertos.
Por su contraparte la realidad que pocos perciben
también goza de esos amargos tramos finales,
te zambulles en este burdel lleno de folios pasionales,
poco tiempo después te tienta el producto que ofrecen mis letras anormales,
te haces un adicto a este producto costeando las altísimas sumas comerciales
y si el producto es la verdad y el precio a pagar es el sentido de las cosas,
¿cuánto más puedes dejar atrás?,
entendiendo que el valor de las cosas esta en su sentido,
pervertido y adicto a este lascivo prostíbulo de letras terminas en el sinsentido,
repito si el valor esta en su sentido la bolsa de las valores te tiene como fallecido,
invertiste en mi burdel tu propio sentido de vida,
al parecer te invaden hordas de pensamientos suicidas
y allá por tu corazón hay bultos de insensanciones fundidas,
en el sinsentido no hay mayor sentimentalismo que el nihilismo,
empiezas un nuevo capítulo sin pasar de página,
como si todo transcurre ajeno a tu presencia
y si aguantas los besos entre las navajas y las venas
entenderás todo con transparencia,
la ignorancia es lo que más ama la inteligencia,
una rima que quería añadir a mi libreta,
más vale que encuentres una distracción, un vicio: Una adicción;
sino, acabarás con la razón del mal,
recapitulo aquella frase: “La razón de todo mal radica en su posibilidad”,
dejarás de tener esa posibilidad una vez acabes con lo que empezaste,
estando en el sinsentido afirmas rotundamente que te mataste,
culmina tu sufrimiento lo más antes,
a todos esos problemas que arrastraste con un lastre,
Diles: 《Vuestro pequeño juego romántico fue un desastre,
lo digo antes de la masacre ¡Terminamos putos sentimientos farsantes!》

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Para no tener nada en mente, disertó bastante la razón. Buen poema. Un abrazo.

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