La pueblerina

Ella había olvidado
que tenía dientes en su boca
y que a través de la garganta
podían fluir
otras sustancias
además de la saliva.
De repente,
apareció un camionero,
ella miró las ruedas del camión
y abordó.
Unos kilómetros más adelante,
ejercitó la función de su boca
a plenitud,
y sonrió.
De nuevo está apostada
a la orilla de la carretera,
añorando su primer camión,
queriendo masticar,
queriendo sonreír.
Ella tiene ahora
el vientre distendido…
la miseria continúa rodando
como las ruedas de aquel camión.

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